5 El universo no es plano INTRODUCCIÓN En muchas ocasiones me pregunto si ha merecido la pena. Cuando la oscuridad le gana la partida a la luz pienso en cómo habría sido mi vida si un día no hubiese caído en mis manos kilómetros tras los ovnis, del reportero J. J. Benítez, sin duda uno de los grandes investigadores del enigma de los objetos volantes no identificados. Me fascinó no solo por los sucesos que narra, sino porque ese manojo de páginas contenía, ante todo, la ilusión, los esfuerzos y los sinsabores de un reconocido periodista que había abandonado todo para tratar de averiguar algo más sobre un misterio que lo había atrapado Y en la España de los años setenta. Entonces pensaba que el bueno de Benítez tenía el mejor trabajo del mundo: se dedicaba a perseguir ovnis. A este primer libro seguirían otros muchos, tanto de mi admirado Benítez como de otros autores. Entre partido y partido de baloncesto con mis compañeros de colegio, en vez de gastarme la paga en cromos de jugadores, compraba revistas especializadas en el enigma de los ovnis y similares. Acabé la educación primaria y, como todo hijo de vecino, me matriculé en el instituto. Mis preocupaciones ya eran otras, pero todavía anhelaba cumplir mi gran sueño: investigar claro está, en la medida de mis posibilidades el misterio de todos los misterios. Así, un día, en plena adolescencia, decidí dar el salto. Sí, me dedicaría a perseguir ovnis, como J. J. De este modo, a medida que pasaban los meses y me esforzaba en entrevistar a testigos que hubieran protagonizado alguna experiencia ovni, fui conociendo a diferentes personas con similares inquietudes a las mías y que acabarían convirtiéndose en mis mejores amigos. Carlos Fernández, José Lesta, Manuel Carballal, Marcelino Requejo Todos ellos investigadores de primer nivel con los que compartí y sigo compartiendo inolvidables jornadas tratando de arrojar algo de luz sobre diferentes sucesos ufológicos: encuentros cercanos, aterrizajes, avistamientos masivos Además, gracias a los no identificados comencé a interesarme por otra serie de cuestiones que, en mayor o menor medida, están relacionados con los ovnis, como los llamados fenómenos paranormales, las experiencias de contactos con ese supuesto Más Allá, la telepatía, la precognición (la posibilidad de captar hechos del futuro), los casos de teleportaciones espaciotemporales y toda una serie de hechos anómalos. No tardé en comprender que esta clase de sucesos son mucho más complejos de lo que en apariencia parecen. Después de estudiar in situ mis primeros casos de ovnis, viajando a los 5
7 El universo no es plano poltergeist), pero que la comunidad científica tiende a marginar. Eso sí, cada vez con más honrosas excepciones. Esto es precisamente lo que pretendo dar a conocer en este humilde libro que tiene entre las manos: que toda una serie de fenómenos marginales que un grupo de buscadores, con mucha ilusión pero con pocos medios y, en muchas ocasiones, carentes de los conocimientos necesarios, trata de investigar, en realidad, deberían ser tomados muy en serio por universidades y científicos, pues podrían ofrecer pistas de gran valor para avanzar en el estudio de la física cuántica. La principal razón por la que la comunidad científica no estudia como debería estas cuestiones es porque esta clase de fenómenos tienen muy mala prensa. Ningún científico que pretenda labrarse una carrera quiere que se le relacione con asuntos que huelen a ocultismo, magia y brujería. Aunque, como digo, cada vez más científicos investigan estos fenómenos. Algunos de ellos lo hacen cuando sus carreras están plenamente asentadas y nada tienen ya que ganar me refiero a premios, puestos académicos, cátedras y demás, por lo que pueden decir lo que les venga en gana. Otros, que todavía tienen mucho que perder, estudian estos fenómenos casi en la clandestinidad, por temor a que sus carreras se vayan al garete. Sin embargo, esta situación cambiará, solo es cuestión de tiempo. Espero que la historia juzgue a los persiguemisterios como el que escribe con benevolencia. Probablemente, nuestro único mérito es haber logrado que la opinión pública preste atención a ciertos hechos anómalos, pues carecemos de las herramientas y los medios adecuados para realizar una investigación como es debido. En un futuro no muy lejano, cuando los científicos tomen la antorcha y se lleven a cabo costosas y largas investigaciones sobre sucesos a los que la comunidad académica ahora margina, quizá las personas como el que escribe ya no tengamos razón de existir. Pero habremos cumplido nuestro objetivo. Ojalá este libro aporte su ínfimo grano de arena. En el mismo muestro infinidad de sucesos, la mayoría investigados por mí, que suponen todo un reto para la ciencia. Al tiempo expongo de un modo accesible a todos los públicos una serie de hipótesis y experimentos, todos ellos relacionados con la física cuántica, que podrían ofrecer pistas, o bien explicar por qué tienen lugar esos extraños fenómenos. Que usted lo disfrute. Ojalá sea capaz de transmitir en este libro la décima parte de la fascinación que me causan los hechos que narro. Si lo consigo, habré logrado mi principal pretensión. 7
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9 El universo no es plano CAPÍTULO 1. UNIVERSOS PARALELOS: VIDA MÁS ALLÁ DEL ESPACIO-TIEMPO El hilo conductor de este libro es bien sencillo: la posibilidad de que seres de otras dimensiones estén interfiriendo en nuestro mundo tridimensional e incluso de que nosotros podamos acceder a esos planos diferentes de la realidad, bien de un modo espontáneo debido a una serie de fenómenos anómalos incontrolados o mediante la práctica de diferentes técnicas para generar los llamados estados ampliados de conciencia. Si esto fuese así, significaría que fenómenos tan fascinantes y a la vez desconcertantes como el de los ovnis, la comunicación con entidades del Más Allá, los viajes astrales o las experiencias cercanas a la muerte por ofrecer solo algunos ejemplos podrían estar más relacionados de lo que hasta ahora se pensaba. Quizá el común denominador de todos ellos es que tienen que ver con la existencia de esas otras dimensiones en las que morarían entidades con la capacidad de penetrar en nuestro universo material. Estoy seguro de que lo anterior puede causar perplejidad en algunos lectores. Sin embargo, la física cuántica, la ciencia que estudia las partículas subatómicas es decir, por debajo del nivel del átomo y, más concretamente, la llamada teoría del todo o teoría de cuerdas apuntan precisamente en esta misma dirección. Aceptada por la mayor parte de los físicos cuánticos, la teoría de cuerdas explicaría la esencia última de la materia e implicaría la existencia de otras dimensiones que estarían conviviendo con nosotros, pero que no podríamos captar con nuestros sentidos ni detectar con la tecnología que disponemos. Pero no adelantemos acontecimientos: como siempre ocurre con toda historia, conviene empezar por su principio. Y en este caso, debemos comenzar por los descubrimientos de uno de los grandes científicos de la historia. La quinta dimensión Isaac Newton revolucionó el mundo con su descripción de la ley de gravitación universal. Con una simple fórmula resumió los principios físicos más importantes del universo observable. Sin embargo, ni se imaginó lo verdaderamente extraña que es la realidad. En su ley el tiempo transcurría a la misma velocidad en cualquier parte del universo. Se trataba de una variable sin mayores misterios. Sin embargo, a principios del siglo XX, otro genio a su altura cambió por completo esta perspectiva. Con su descubrimiento de la relatividad validada más tarde experimentalmente, Albert Einstein cambió para siempre el concepto de tiempo. Este ya no 9
11 El universo no es plano gravedad, por lo que no se trata más que de una leve aproximación a una realidad compleja. La herejía cuántica A comienzos de los años ochenta del siglo XX, la física cuántica se encontraba en un callejón sin salida, así que algunos físicos decidieron dejar de lado cualquier prejuicio y recuperaron las ideas de Kaluza-Klein, según las cuales existían otras dimensiones espaciales ocultas a nuestros ojos. Los físicos más ortodoxos estaban empezando a aceptar como una realidad la existencia de más dimensiones Nace así la teoría de cuerdas, la cual explicaría de un plumazo la esencia de la materia y del espacio-tiempo, además de descubrir por qué existen tantísimas partículas subatómicas en la naturaleza. Según la misma, la materia estaría constituida por pequeñas cuerdas vibrantes cuya longitud sería aproximadamente cien trillones de veces más pequeña que un protón. Cada modo de vibración representaría una resonancia o partícula diferente. Si dispusiéramos de la tecnología adecuada, comprobaríamos que la partícula no es un punto, sino una cuerda vibrante. Por lo tanto, no existirían las partículas fundamentales, lo que ocurre es que nuestros microscopios no poseen la suficiente potencia como para revelar su estructura en forma de cordel. Dicho sin tapujos, la materia y, por tanto, todo el universo conocido no sería más que las diferentes armonías de dicha cuerda, de igual modo que manipulando la cuerda de una guitarra podemos generar infinitas armonías. Según las ecuaciones que explican la teoría de las supercuerdas, estas no se pueden mover en tres o cuatro dimensiones, sino únicamente en diez o en veintiséis! Es decir, que para explicar la esencia de la realidad material tenemos que contar con unos nuevos elementos (las cuerdas) que moran en universos paralelos al nuestro. Pero por qué no podemos observar esas otras dimensiones que nos circundan? Michio Kaku, profesor de Física Teórica en la Universidad de Nueva York y uno de los máximos especialistas en la teoría de cuerdas, lo explica del siguiente modo en su magnífica obra Universos paralelos: El premio Nobel Steven Weinberg equipara esta teoría del universo múltiple a la radio. A nuestro alrededor hay cientos de ondas de radio diferentes que se emiten desde emisoras distantes. En cualquier momento dado nuestra oficina, coche o sala de estar se encuentra repleta de ondas de radio. Sin embargo, si conectamos la radio podremos escuchar solo una frecuencia cada vez; las demás frecuencias están en decoherencia y dejan de estar en fase una con la otra. Cada emisora de radio tiene una energía diferente, una frecuencia diferente. Como resultado, nuestra radio solo puede sintonizar una emisora cada vez.del mismo modo, en nuestro universo estamos sintonizados en una 11 2ff7e9595c
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